Hay otras Jams, pero no son esta Jam.
La jam de Cronopios es un evento colectivo donde la escritura es una pluma que vuela rauda de mano en mano, dejándose querer por todos los asistentes.
En la Jam de Escritura del Club Cronopios el teclado está abierto a todo el que quiera, sienta o se resista-pero-al-final-se-entregue-a escribir.
Las dinámicas creadas durante esta primera sesión de escritura en vivo y las reacciones del numeroso público presente, permiten creer que este será un formato de largo recorrido.
En nuestra jam se fomenta, sobre todo, la escritura creativa, el fluir, la espontaneidad, la autenticidad del momento. Suscitamos impulsos expresivos gracias a las propuestas, siempre diferentes, a la música, que ya son mil universos aparte, y al ingenio de nuevas y atrevidas maneras de escribir.
Creo sinceramente que la jam es, además de una fiesta de la escritura y de la expresión personal y colectiva, un laboratorio que permite descubrir, a través del directo, la espontaneidad y la mirada y el corazón atentos del público, técnicas, recursos y volteretas literarias que, de otro modo, sería imposible lograr.
Es también un concierto a cuatro, ocho, dieciséis manos, a mil manos, donde un ambiente debidamente conducido genera un espacio de creatividad compartido en el que los lectores se convierten en escritores y viceversa.
La primera jam, no necesito decirlo en el primer párrafo, fue un éxito. Numeroso y curioso público se congregó para averiguar ‘qué narices es esto de la escritura en vivo’. No quedaron decepcionados, y algunos que venían predispuestos a aburrirse, salieron sorprendidos y maravillados de la energía creativa liberada.
Fue una noche que empezó con el público tímido. Había pocos voluntarios en la lista.
La crónica
Álvaro arrancó la noche poniendo una música sugerente que condujo a Marcos, el primer escritor de la noche, a un paisaje de lluvia mezclado con letras:
Si la lluvia tuviera sentido de su propio ritmo, seguramente, al entrar en contacto con suelos y superficies metálicas, se estiraría como un pentagrama. (…)
Porque sí, la palabra es una semilla. Y basta con dejarla caer. Y tener paciencia. Ella tiende sus raíces en la página y, de forma constante y acaso lenta pero INEVITABLE, prolonga sus raíces de forma rectilínea.(…)
No importa quién sea la nube. Si eres tormenta o plomiza lluvia fina. No importa porque como ocurre en sus ciclos infinitos: esto ya se ha dicho.
Solo que, si se me permite decirlo: no de la misma manera. Una flor no se plant(e)a. Es.
Con esta declaración de principios se abrió la noche, que prosiguió Esther, improvisando a partir de una frase del público («Dos más dos no son cuatro»)
En mis ratos de soledad, mimo conmigo. Mantengo una estrecha relación de pareja conmigo misma en la que las leyes de la fidelidad a veces, muy a mi pesar, deben romperse. ¡Maldita sea! Otra vez el cuerpo, la carne palpitante nacida del instinto más primario, primigenio, primitivo, primero, privado, pretérito, me hace subjuntivarme y volverme deseo. Y ponerme los cuernos más grandes de la historia de la humanidad.(…)
Marcos reemprendió con un cuento a partir de 3 palabras (Perro, Ropa, Silencio), perfectamente musicalizado por Ingrid (armada de una sencilla maraca), en el que un hombre hipersensible desesperaba por no poder acceder a un silencio total a causa del inaudible gruñido de un perro.
Ramón tomó el relevo con un cuento redondo que se explicaba al revés:
(…)Los personajes que quedan intuyen su próxima desaparición e, incluso aquellos que observan empiezan a ser conscientes que si todo acaba ellos también han de diluirse con el tiempo.(…)
Marcos siguió guiando con un cuento nacido a partir de una música. La música le pareció la de un móvil y de ahí una historia sobre
un hombre que jamás contestaba al teléfono pues le gustaba demasiado su melodía. Dejó el relato en los dedos de Juan, que lo llevó al paroxismo, para que luego otros lo condujeron y así hasta un cierre que hizo estallar en carcajadas a la sala.
La noche dio para mucho. Ingrid nos iluminó con su escritura etérea, Álex con su catalán ‘gamberro’, Juan con su prosa del corazón, Edu, con su atrevimiento, Diego con sus aperturas maestras, y muchos más que finalmente se dejaron llevar.
El momento más glorioso de la noche vino de la mano de Isabel, una espontánea experta en Biodanza a quien le propusimos una sesión única de ‘Bio-escritura’. Allí descubrimos que, con una selección de música profundamente meditada y preparada, los escritores conectaban con un torrente impresionante de emociones.
(…) la electricidad entra por mis dedos,
la soltura de tu mirada mme interroga con descaro, me desconcierta tu latido impotente. siento el aire, la calma, la frescura.
<<<<<<<<<<<<<<<<<<y si la vida fuese solo esto(…)
Luego emprendimos el primer cadáver exquisito. Ingrid, Alex, Marcos, Esther y unos cuantos más se fueron turnando a un ritmo cada vez más armónico para escribir párrafos que soltaban sus perlas al viento de la página -por cierto ondulante.
(…)
verde suave, susrros que llegan…
suelo humedo de hojas repleto…
reflejos de estrellas que miran quejosas,,,
calma y esperanza en un momento de duda
(…)
vaig a violar
la capsa
no puc més
amb les muralles
salto
deep
just where you are
inside
em sents?
la capsa ja
no
hi
és
es
ser
res(…)
Finalmente, agradecer a nuestro amigo Diego Barrós la guitarrita que puso -aun estando desafinada- y que nos permitió escribir al ritmo de la calle y la rumbita.
Va colega, echame argo, que es mas triste de robar, que de pedir!
Fes-me una rumba, així, d’homentage al puto rei, que se n’acaba d’anar…una lágrima cayó en la arena.…i en la arena una flor!
GRACIAS POR ESTA JAM. Hasta la próxima.